viernes, 19 de noviembre de 2010

Vecina-vecina

Esta mañana, con mi hija he estado jugando a uno de sus juegos favoritos desde que era pequeña; un juego que en casa llamamos "vecina-vecina". Al principio consistía en simular encuentros entre una vecina gorronilla y otra generosa. Con el tiempo ha acabado derivando a cualquier situación en la que una de nosotras pide que se le prepare algo de comer o de beber y otra, generalmente la peque, prepara el pedido.
La diferencia del vecina-vecina de esta mañana radicaba en el contexto en el que sucedía todo: una flamante cafetería con revisteros y todo que mi mujer le regaló ayer a mi hija.

Yo (simulando ser una nueva clienta): Hola, vecina ¡qué cafetería más bonita!
Ella: Sí, es muy bonita y tiene pasteles y cafés y cruasanes.
Y: Ya lo veo. ¿No tendrás también bocadillos?
E: Huuuum... Sí, a veces tengo bocadillos. Cuando es una fiesta especial de los papas hago bocadillos.
Y: Sí, pero ahora ¿tienes un bocadillo para mí?
E: Sí, ahora tengo uno de chocolate.
Y: Vale, me lo das. Y un zumo de piña, por favor. [Ella se pone a preparar el pedido.] Por cierto, esta cafetería es nueva ¿no? ¿Cuándo la has abierto?
E (desconcertada): Ayer. Si tú lo viste, mama. La mami me dio la caja y tú me ayudaste a quitar el papel.

A partir de ahí su entusiasmo ha ido decayendo hasta que hemos agotado el rato de vecina-vecina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario